DMC DeLorean (1981)

Serie The 80´s (customizado)

HOT WHEELS MAINLINE

cuando Chevrolet, la marca fundada cincuenta y ocho años atrás por el piloto de carreras franco-suizo de apellido homónimo, atravesaba uno de los peores momentos financieros y organizativos de su historia. La deficiente gestión directiva, que se reflejaba en los constantes retrasos en los nuevos lanzamientos y en los deficientes controles de calidad, llegaría incluso a suponer la retirada de más de seis millones de automóviles por defectos graves de fabricación. Ante semejante escenario, sería el presidente de la General Motors Company, Ed Cole, quien decidiría poner al frente de la firma insignia del grupo a un prometedor ingeniero de Pontiac responsable de los éxitos del GTO de 1964 o del Grand Prix de 1969: John DeLorean.

Corría el año 1969

DeLorean, con sus largas patillas, sus camisas desabotonadas y su estilo de vida rebelde y poco convencional, levantaba numerosos recelos en la empresa y no encajaba en la conservadora y discreta visión de los directivos de la época, pero mediante sus innovadores métodos de trabajo y combinando una severa reducción de costes con una milimétrica optimización del gasto, solucionaría todos los problemas de producción de la marca en tan solo dos años, logrando que en 1971 Chevrolet experimentase un récord de ventas de más de 3 millones de vehículos, casi los mismos que toda la Ford Motor Company.

Un año más tarde, DeLorean sería nombrado vicepresidente de producción de automóviles y camiones de GMC y su meteórico ascenso a la presidencia del grupo de Detroit parecía por aquel entonces solo una cuestión de tiempo. Pero las trabas impuestas por el consejo directivo a los cambios propuestos para modernizar sus estructuras y la propia necesidad del ingeniero de explorar nuevos caminos, harían que DeLorean abandonase General Motors en 1973 para dos años después fundar su propia compañía, la DeLorean Motor Company.

El DMC-12

Con respecto al chasis, Williams y DeLorean apostarían todo a una tecnología que por aquel entonces creían revolucionaria, la llamada Elastic Reservoir Moulding (ERM), que de haber funcionado habría aligerado considerablemente el peso del coche y muy notablemente los costes finales de producción. Pero a pesar de haber comprado la patente y de haber invertido numerosos recursos en ella no resultaría adecuada para la producción en serie, generando cuantiosas pérdidas a la empresa y obligando a una reingeniería casi completa del diseño del coche. De ello se encargaría el británico Collin Chapman, fundador de Lotus, que remplazaría la mayor parte de las técnicas de fabricación e incluiría un chasis de acero tradicional. Chapman sería también el responsable de la salida de Bill Collins y su equipo del proyecto, que a esas alturas era ya conocido como DMC-12.

En cuanto al equipamiento interior, todos los coches vendrían de serie con tapicería de piel (podía ser de color negro o gris), retrovisores y elevalunas eléctricos, aire acondicionado, volante regulable y equipo de música estéreo.

Para la fabricación del vehículo se levantaría una nueva planta (financiada por el Gobierno Británico) a pocos kilómetros de Belfast (Irlanda del Norte), dónde católicos y protestantes, carentes por igual de cualquier experiencia en el sector de la automoción, aparcarían sus diferencias para trabajar en equipo en el proyecto. De las líneas de montaje de Dunmurry saldría un 21 de enero de 1981 la primera unidad del nuevo vehículo, que abandonando su denominación inicial de DMC-12 pasaría a llamarse simplemente DeLorean.

ANALIZANDO EL MODELO

Resulta realmente complicado contener la sonrisa cuando uno se encuentra en los lineales del supermercado o en la juguetería de turno con una reproducción a escala de un coche tan especial como este DMC-12 de DeLorean.

Y da igual que el irreal color azul elegido por Hot Wheels no le haga justicia o que el nivel de detallado de la réplica sea realmente ínfimo. La sensación de estar ante un coche mítico y la convicción de que es la base perfecta para un nuevo trabajo de nuestros talleres, lo convierten en el candidato perfecto para una buena customización.

BONUS TRACK: Si bien el DeLorean había logrado cierta popularidad durante sus años de vida gracias a su futurista diseño y a campañas publicitarias como la de las tres unidades chapadas en oro de 24K para American Express, no sería hasta el año 1985 cuando de la mano de la trilogía de Regreso al Futuro de Robert Zemeckis alcanzaría el estrellato mundial. De las seis unidades que Michael J. Fox conduciría durante el rodaje de la saga solamente tres se conservan en la actualidad, siendo Universal Studios la poseedora de dos de ellas. La tercera habría sido subastada en el año 2011 alcanzando el estratosférico precio de 541.200$.

NOTA FINAL: 1 RUEDA

Detallado escaso, decoración muy floja, carece de espejos retrovisores.

Molde bien trabajado, buena base para una customización.

En octubre de 1976, Bill Collins (antiguo empleado de Pontiac y nuevo ingeniero jefe de la DMC) mostraría al mundo el primer prototipo de la firma, el DSV-1. Pero aquel primigenio diseño que montaría en posición central un motor Wankel de cuatro cilindros en línea proveniente del Citroën CX, sería rápidamente desechado debido a su baja potencia. En su lugar y tras haber realizando numerosos descartes, Collins elegiría otro motor de diseño francés denominado PRV (Peugeot-Renault-Volvo). El nuevo bloque, un V6 de inyección de 2,8l con culata de aluminio de 12 válvulas y disposición trasera, arrojaría unas interesantes cifras de potencia de 170cv, pero se toparía de frente con la estricta normativa de emisiones del gobierno norteamericano, que provocaría diversas modificaciones en los motores y dejaría a las unidades fabricadas para ese mercado en unos escasos y decepcionantes 130cv. Sirva como ejemplo de dicha decepción los 10 segundos que tardaba el coche en alcanzar los 100km/h desde la posición de parada. El conjunto mecánico lo completarían dos cajas de cambio de origen Renault, una automática de tres velocidades y otra manual de cinco (la más empleada).

Además, al mismo tiempo que veía caer la compañía, DeLorean era arrestado por el FBI acusado de varios cargos por tráfico de drogas. En una esperpéntica secuencia grabada para la posteridad por una cámara oculta en el hotel Sheraton de Los Ángeles, nuestro protagonista sería filmado intentando conseguir financiación para su empresa con un maletín de cocaína sobre la mesa de café. Años más tarde, con la irrupción en el sainete del mismísimo Larry Flint y tras la aparición de nuevas grabaciones en las que se demostraba que DeLorean había sido víctima de una trampa urdida por el propio FBI, resultaría absuelto de todos los cargos.

Pero eso, ya sería otra historia…

Así que tras el decapado de la pintura original, la eliminación de las calcas y el correspondiente lijado de la carrocería, encontramos un molde bien trabajado y con un nivel de detalle bastante bueno, dónde incluso se han reproducido aspectos como la tapa del depósito de gasolina en el capot delantero. Si bien es cierto que carece de espejos retrovisores y que las llantas que monta no son las originales, no podemos quejarnos en exceso de un coche que, al fin y al cabo, pertenece a la gama básica del fabricante.

Resumiendo, este DeLorean de la serie HW The 80s de la gama básica que Hot Wheels nos presenta en tarjeta corta, es un modelo con un molde muy bien trabajado pero que adolece de un nivel de detallado realmente bajo. Y precisamente por eso y aún resultando perfecto para aquellos coleccionista que deseen entretenerse devolviéndole al coche la personalidad que merece, no consigue alcanzar una nota final destacada.

El diseño final de la carrocería sería obra de Giorgetto Giugiaro, que emplearía paneles de acero inoxidable atornillados a una estructura monocasco de fibra de vidrio. Grumman Aerospace se haría cargo del reto que suponían las llamativas y características puertas de ala de gaviota, que debido a su sobrepeso requerirían del uso de unas barras de torsión desarrolladas especialmente para el modelo y dónde las tradicionales ventanillas serían sustituidas por otras más pequeñas con el objetivo de salvar la curvatura de los paneles.

Pero la entusiasta acogida con que la opinión pública y la prensa especializada habían recibido el proyecto años atrás, se tornaría pronto en frialdad y escepticismo. Con un precio base de 25.000 dólares (estaba previsto que rondara los 12.000) la imagen que proyectaba no se correspondía con la realidad percibida por el cliente, ya que su motor "capado" y un sobrepeso de más de 400kg impedían que se moviera como un verdadero deportivo. Además, las primeras unidades mostrarían serios problemas de calidad y numerosos fallos mecánicos que aunque serían solventados en las series sucesivas, marcarían para siempre al modelo con la etiqueta de coche problemático.

Y así, pese a la decisión de John DeLorean de aumentar la producción de la factoría ante la previsible salida a bolsa de la empresa y de mantener una imagen triunfalista del negocio sobre unas cifras tan eufóricas como irreales, la realidad se acumulaba en los muelles de Belfast en forma de largas hileras de coches sin ningún destino. Los distribuidores estadounidenses anularían miles de pedidos tras no haber sido capaces de colocar más que un tercio de la producción total y el nuevo gobierno británico conservador de Margaret Thatcher, tras auditar la "inversión" de más de 90 millones de libras esterlinas de sus antecesores, decidiría cerrar el grifo de la financiación.

De nada servirían los intentos de la marca para reflotar su imagen ofreciendo una garantía de 12 meses junto con un contrato de servicio de 5 años u 80.000km. La mala fama del vehículo junto con una más que dudosa gestión de la tesorería por parte del propio John DeLorean, se llevarían por delante a la DMC, que en octubre de 1982 y tras solo siete años de existencia se declararía en quiebra.

El procedimiento habitual tras el lijado sería el de imprimación de la carrocería para la posterior aplicación de pintura y barniz, pero como no estamos ante un vehículo normal, pensamos que el proceso tampoco debería serlo y por ello, los talleres de Carretera 164 han optado por aplicar un segundo lijado aún más fino para intentar recrear de la manera más fidedigna posible los paneles de acero inoxidable. Tras esto y con el objetivo de aportar al conjunto veracidad y personalidad, se ha llevado a cabo un minucioso proceso de detallado de faros, molduras y otros elementos. El interior también ha sido retocado, aunque dada la poca superficie "acristalada" del coche apenas pueden apreciarse las mejoras realizadas.

El chasis, de plástico y en color negro, concede gestos como la reproducción de parte de la transmisión trasera o de los dos tubos de escape, que han sido pintados en cromo para darles un mayor realismo. Bien cuidado este apartado por Mattel, la verdad. Para concluir los trabajos, se ha realizado un cambio de llantas por otras más realistas y se ha barnizado el conjunto hasta obtener el aspecto final de las imágenes que, pensamos, es relativamente satisfactorio.