Peugeot 505 Turbo Injection (1987)

Serie Shadow Diecast

SHADOW

Corría el año 1974 cuando sobre la sede francesa de Peugeot en Sochaux, se cernía una importante revolución estilística e industrial. El 504, que había sido lanzado con gran éxito cinco años atrás, comenzaba a acusar el paso del tiempo frente a competidores más modernos como el Renault 20, el Ford Granada o el Citroën CX. Peugeot necesitaba un relevo urgente para su berlina y así, a mediados de ese mismo año, la dirección de la marca iniciaría la planificación de un sustituto de diseño más actual y con una gama de versiones capaz de abarcar desde berlinas familiares hasta modelos de lujo y deportivos. Nacía la elegancia francesa con alma deportiva: el Peugeot 505.

El embrión que daría lugar al novedoso 505, se gestaría en un contexto complejo para la marca francesa. Tras la crisis del petróleo de 1973 y con la creciente competencia en el segmento de las berlinas medias y grandes, Peugeot se vería en la imperiosa necesidad de producir un nuevo automóvil capaz de reemplazar al exitoso 504 y de colmar, al mismo tiempo, las grandes expectativas de los mercados internacionales. El plan se pondría en marcha a mediados de 1975 bajo el nombre interno de Proyecto 551.

Así, los ingenieros responsables de diseño en Sochaux recibirían claras premisas sobre la nueva berlina: debería conservar la robustez estructural que había hecho famoso al 504, mejorar la seguridad activa y pasiva, y ofrecer una gama que pudiera adaptarse tanto a clientes europeos de clase media-alta como a mercados de exportación en África y América Latina, donde la firma francesa pretendía seguir siendo sinónimo de fiabilidad.

Para el diseño exterior, Peugeot recurriría una vez más a Pininfarina, consolidando una relación que ya había dado excelentes frutos en los 504 Coupé y Cabriolet. El equipo del carrocero italiano trabajaría en dar forma a unas líneas que combinaran la elegancia italiana con la sobriedad francesa, evitando las estridencias estilísticas y apostando por un lenguaje atemporal. El resultado sería un sedán con proporciones muy equilibradas: un frontal bajo, una cintura recta, amplias superficies acristaladas y un maletero bien definido. En cuanto al interior, el diseño recaería en el equipo propio de Peugeot en Sochaux, que se inspiraría en las tendencias más modernas de ergonomía y seguridad. Se introducirían zonas de deformación programada, un tablero acolchado y una instrumentación clara y funcional, con mandos de fácil acceso. Este planteamiento respondería no solo a la estética, sino también a los nuevos estándares de seguridad europeos.

El 505 también se habría concebido desde el principio con la versatilidad en mente: además de la berlina de cuatro puertas, se planearían versiones familiares (Break) y, más adelante, variantes deportivas como el GTI y el Turbo Injection. Esa estrategia de diversificación demostraría que Peugeot había aprendido la lección del 504: un modelo exitoso debía cubrir diferentes segmentos dentro de la misma gama.

En el plano mecánico, la gama inicial ofrecería motores de cuatro cilindros derivados del 504, pero con evoluciones que mejorarían las prestaciones y la eficiencia. El 505 contaría con una oferta de propulsores que combinarían fiabilidad, elasticidad y economía de consumo. Entre los motores de gasolina, los cuatro cilindros de 1.8 y 2.0 litros rendirían entre 90 y 115 cv, mientras que los seis cilindros en línea, de 2.7 y 2.8 litros, entregarían entre 136 y 150 cv, proporcionando un empuje notable para una berlina de su tamaño. La versión GTI incorporaría un 2.2 litros de inyección de 130 cv, capaz de acelerar con suavidad y alcanzar los 190 km/h, equilibrando potencia y confort. Para quienes buscaban prestaciones más deportivas, Peugeot lanzaría poco después el Turbo Injection con 180 cv, que situaría al 505 en la órbita de las berlinas deportivas europeas de la época.

En cuanto a los motores diésel, Peugeot apostaría por opciones fiables y eficientes, fundamentales para mercados donde el consumo era un factor decisivo. Los diésel de cuatro cilindros, inicialmente de 2.3 litros atmosféricos, rendían unos 70 cv, suficientes para un uso tranquilo y económico, mientras que versiones posteriores de 2.5 litros alcanzaban los 80-90 cv. Estos motores se asociarían a cajas manuales de 4 o 5 velocidades, ofreciendo una conducción sobria pero duradera, ideal para taxis, flotas y largos recorridos. La tracción trasera y el chasis robusto del 505 aseguraban que incluso los modelos diésel mantuvieran estabilidad y confort, sin perder la fiabilidad que caracterizaba a la berlina. 

Además, todos los motores habían sido diseñados para ofrecer una gran facilidad de mantenimiento.

La puesta a punto del chasis, con suspensiones delanteras McPherson y traseras de brazos arrastrados, otorgaría al 505 un comportamiento noble y confortable, sin perder el tacto preciso que buscaban los conductores más exigentes. Así, y dependiendo del temperamento del conductor, la berlina podía resultar tranquila y sosegada o nerviosa y agresiva.

Su fama de coche robusto y fiable se consolidaría globalmente desde las cómodas autopistas europeas hasta las exigentes carreteras africanas, donde el 505 se convertiría en todo un icono de durabilidad y resistencia, elevando su reputación  de vehículo rutero y capaz por encima de la de cualquier otro automóvil de su tiempo.

EL 505 TURBO INJECTION

El proyecto Turbo Injection tomaría como base los motores de seis cilindros en línea del 505 V6 y su chasis reforzado, pero incorporaría una inyección electrónica Bosch, una optimización de la distribución y componentes reforzados para soportar mayor potencia. Con 2.8 litros y 180 cv, el motor ofrecería un par máximo generoso y lineal, que se traduciría en aceleraciones de 0 a 100 km/h en menos de 8,5 segundos y una velocidad máxima de 215 km/h. La caja manual de cinco velocidades se rediseñaría para manejar con fiabilidad el par elevado del motor, mientras que las suspensiones delanteras McPherson y traseras de brazos arrastrados se reforzarían para ofrecer estabilidad y confort incluso a altas velocidades. Los frenos de disco ventilados y una dirección más directa completaban un conjunto equilibrado, capaz de ofrecer sensaciones deportivas sin perder la comodidad de una berlina familiar.

El lanzamiento oficial del 505 Turbo Injection tendría lugar en 1987, siendo presentado primero a la prensa especializada en París y posteriormente al público general en diversos salones del automóvil europeos, incluyendo el Salón de Frankfurt, donde el modelo captó la atención de los asistentes por su combinación de prestaciones y confort. Esta versión buscaba posicionarse como alternativa a berlinas deportivas de referencia como el BMW 535i (E28), el Audi 200 Quattro o el Mercedes-Benz 300E, ofreciendo un equilibrio único entre potencia, confort y fiabilidad. A diferencia de algunos rivales alemanes, que priorizaban la deportividad pura, el 505 Turbo Injection mantendría la tradición francesa de combinar deportividad con robustez y comodidad, siendo una berlina capaz de rendir en carretera abierta sin sacrificar el confort urbano.

El éxito del Turbo Injection y del 505 en general, no solo se limitó a Europa occidental. Su fama global, junto con la disponibilidad de motores diésel en la gama base, hicieron que el 505 se mantuviese competitivo en mercados de exportación donde la durabilidad y el bajo consumo eran factores clave, llegando incluso a comercializarse en los Estados Unidos y siendo uno de los últimos Peugeot que pisarían suelo norteamericano. 

ANALIZANDO EL MODELO

Y tras 18 años en el mercado, 1.351.254 unidades vendidas y una historia de éxito intercontinental, el Peugeot 505 vería como en el Salón de Ginebra de 1989 un nuevo cachorro de colmillos afilados pondría fin a su reinado. Con una estética más moderna y aerodinámica, un interior más espacioso y tecnológico y numerosas mejoras en seguridad activa y pasiva, el nuevo Peugeot 605 intentaría reeditar los éxitos de nuestro protagonista.

Pero eso, ya sería otra historía...

Prácticamente perfecto. El detalle y nivel de calidad nos tiene totalmente fascinados.

Los pilotos traseros podrían estar algo mejor.

NOTA FINAL: 5 RUEDAS

Disfrutar en las manos por primera vez de una miniatura de la marca Shadow es una experiencia que recomiendo encarecidamente a todos los amantes de la escala 1/64. Pese a no contar con el pedigree de las firmas de Mattel, el renombre de Norev o la merecida fama de Tarmac Works o Mini GT, los productos de la marca asiática son simplemente espectaculares. 

Comenzaremos hablando de la excelente presentación de la miniatura. Una resistente urna de plástico transparente junto con una peana de exhibición con la denominación del modelo impresa, nos hace ver que estamos ante una unidad de verdadera exhibición.

Nada más retirarlo de su envoltorio, encontraremos una pieza extremadamente cuidada que captura la esencia deportiva de la berlina francesa. El molde calca fielmente las proporciones, manteniendo la elegante línea lateral, conservando la adecuada distancia entre ejes y dando a los voladizos las dimensiones correctas.

Todos estos datos hay que ponerlos en valor, ya que estas características son más propias de modelos de escalas mayores en tamaño y precio.

Si profundizamos en nuestro análisis, nos toparemos con un frontal espectacular que nos transmite toda la fuerza y agresividad que tenía el 505 a tamaño real. Las ópticas de plástico translucido amarillo, propias de los vehículos franceses del siglo pasado, y una rejilla fielmente replicada dónde el león de Peugeot corona la filigrana, son sencillamente maravillosas. Los intermitentes y las luces de posición, esta vez pintados, completan el plantel.

En el lateral, nos encontramos con una preciosa linea de embellecedor que recorre todo el conjunto, así como con unos marcos de las ventanillas igualmente cromados. Los espejos retrovisores no son simples añadidos sin forma definida, sino que replican fielmente los del modelo real. Y para rematar la jugada, un detalle increíble: la cerradura de las puertas, está recreada y cromada. De diez. 

En cuanto a la zaga, seguimos encontrando detalles de verdadero nivel, como una tampografía muy bien ejecutada, una cerradura del maletero cromada y, sobre todo, una luneta térmica perfectamente resuelta. Los pilotos traseros son ligeramente mejorables y aunque no desentonan y el conjunto los disimula perfectamente, podrían estar mejor acabados. El tubo de escape característico de los 505 remata con nota la trasera.

En cuanto a los interiores, las amplias superficies acristaladas nos permiten apreciar con claridad la perfecta recreación de salpicadero, volante y consola central, así como de los asientos deportivos que hasta gozan de un ligero relieve en sus respaldos y banquetas.

Las llantas de aleación presentan un diseño idéntico al modelo original, y los neumáticos simulan el perfil bajo y ancho de la versión Turbo Injection, transmitiendo sensación de deportividad. Y aunque en un primer vistazo puedan parecer de plástico duro al estilo de los Norev, nada más lejos de la realidad; las gomas son de goma.

En el apartado pintura, nada malo que decir. De tipo metalizado, el acabado es brillante y muy consistente. Correcta, limpia y sin arañazos ni burbujas.

Y en cuanto al chasis, que es de plástico y va atornillado a la carrocería, decir que está bien recreado aunque sin alardes excesivos, con la línea de escape cromada como mayor aliciente.

Resumiendo, este Peugeot 505 Turbo Injection de Shadow destaca no solo por su alta fidelidad estética, sino también por la calidad de los acabados y la atención al detalle, permitiendo apreciar aspectos de la versión real del coche que podrían pasar desapercibidos en otras miniaturas. Es, sin duda, una pieza imprescindible para cualquier amante de las berlinas deportivas clásicas francesas y un excelente ejemplo de cómo una miniatura puede transmitir la personalidad y el carácter de un coche real en formato 1:64.

El Peugeot 505 Turbo Injection de 1987 representaría la cúspide deportiva de la gama 505 y un intento deliberado de la marca gala de situarse entre las berlinas de altas prestaciones europeas de la década. La idea surgiría a mediados de los años ochenta, cuando la dirección de Peugeot decidiría aprovechar la versatilidad de la plataforma del 505 para desarrollar una versión capaz de ofrecer un alto rendimiento sin sacrificar la comodidad y robustez que caracterizaban al modelo. Este enfoque respondía tanto a la demanda creciente de berlinas deportivas en el viejo continente, como a la necesidad de Peugeot de competir con los modelos alemanes y británicos que dominaban el segmento.